Recomendaciones a los profesionales en casos de abusos sexuales


El tratamiento que reciben las víctimas, por parte de los/as profesionales que las atienden, es muy importante ya que no tan sólo puede evitar la aparición de la llamada "segunda victimización", sino que también puede facilitar una más rápida y mejor resolución del problema por parte de la víctima.
Procurar que la víctima espere el menos tiempo posible.
La entrevista debe desarrollarse en un lugar adecuado, sin interrupciones y sin sensaciones deprisa.
El/la profesional ha de intervenir para tranquilizar y hacer descender el nivel de nerviosismo, eliminando los sentimientos de peligro y descontrol. Hay que tener en cuenta que después de una agresión sexual la víctima puede encontrarse sin fuerzas, con heridas y contusiones, sin dinero ni ropa, asustada, deprimida, confusa, nerviosa, sucia e indignada.
Hay que crear una atmósfera de confianza y un ambiente de comunicación para que la víctima se encuentre agusto y dispuesta a hablar. El no verbal (gestos, tono de voz, dominio del espacio, etc.) es muy importante, ayudar a depositar confianza y a abrirse progresivamente.
Escuchar con atención e interés lo ocurrido, mostrando compresión y empatía con la víctima, no manteniendo el control de la entrevista, no adoptando ni un tono de superioridad, ni una actitud sobreprotectora que limite su capacidad de decisión.
Hay que saber reconocer cuando es necesario y útil que una víctima se desahogue emocionalmente. Hay que tener en cuenta que la persona ha sufrido una grave agresión física, psíquica y/o sexual. En situaciones de bloqueo debe permitirse llorar o gritar como expresión de miedo o de ira contenida y como medida terapéutica, pero no como mecanismo de defensa frente a las preguntas.
Respetar su intimidad y privacidad. El interrogatorio o las preguntas que se formulen se han de limitar a aquellos aspectos y datos necesarios e imprescindibles para la investigación, utilizándose un lenguaje claro y sencillo, especialmente cuando la víctima es un/a menor.
Bajo ningún concepto se puede adoptar una actitud culpabilizadora, morbosa o incrédula. Hay que evitar las opiniones personales y comentarios que puedan herir la sensibilidad de la víctima.
Informar lo mejor posible de los recursos existentes y de los pasos más próximos y fundamentales. Es importante hacerlo por escrito, de forma esquemática y breve (ej. teléfono, lugar, persona de contacto, etc.).
Otro aspecto muy importante es, a petición de la víctima, facilitar el retorno a su medio social habitual, poniendo a su disposición medios de transporte o de comunicación con familiares, amigos, etc., ya que ello puede ayudar a superar sentimientos de vergüenza y a establecer la base para el desarrollo de un apoyo social posterior.
Si la víctima manifiesta preocupación por su seguridad, debe adoptarse todos los medios necesarios para asegurar que esté protegida.
Es muy importante que las personas que atienden a víctimas de agresiones sexuales sean personas interesadas y motivadas, que controlen sus emociones y que tengan un adecuado contacto con la realidad, una importante capacidad de compresión y comunicación, que se expresen adecuadamente y que sean receptivas y discretas a fin de no agravar o aumentar el daño ya sufrido.