PROGRAMA PARA MALTATADORES DOMÉSTICOS.

RESULTADOS ESPERANZADORES


INTRODUCCIÓN
En estos momentos, me parece interesante relatar la experiencia de cómo nacieron y se implantaron diversos proyectos de intervención contra la violencia sobre la mujer, contando mi experiencia personal y profesional. Si lo relato es porque, no es fácil crear un modelo de trabajo terapéutico con maltratadores y considero que la Violencia de Género debe de ser abordada como una acción integral y muy estudiada y mi experiencia está dando EXCELENTES RESULTADOS

La historia fue la siguiente:
En 1996, inicié la Formación en la Escuela de Seguridad de Navarra a las Policías y al personal de Protección Civil respecto a las poblaciones vulnerables y sobre los procedimientos de intervención con víctimas de delitos violentos (mujeres maltratadas, menores y ancianos), creando materiales prácticos y sencillos de emplear por la policía y por el personal de emergencias como fueron las Entrevistas semiestructuradas, los esquemas de los signos y conductas indicativos de la presencia de violencia en víctimas y agresores y la descripción estructurada en los Atestados Policiales de lo observado en las entrevistas con víctimas y agresores.
Por otra parte, en las asignaturas que impartí en los cursos de ingreso y de ascenso a las policía, incluí las Técnicas Psicológicas de intervención en los dos grupos de víctimas de delitos violentos que con mayor frecuencia eran atendidos por la policía (menores y mujeres) y se informaba de las diversas Teorías Psicológicas explicativas de las conductas y síndromes de las víctimas de delitos violentos.
Este mismo año, organicé el Primer curso Nacional Interdisciplinar sobre Violencia Doméstica celebrado en Pamplona y en el participaron como ponentes diversos especialistas de todo el estado Español y como novedad, conté con todos los profesionales que intervienen cuando se produce un delito violento: fiscales, jueces, médicos y psicólogos forenses, policías, abogadas e investigadores de programas con víctimas del maltrato y también con los agresores.
De forma simultanea, fui estudiando y contactando con los diversos expertos nacionales e internacionales que estaban desarrollando los pioneros programas pilotos con programas terapéuticos con maltratadores.

En 1997 y habiendo mantenido diversas reuniones con responsables políticos interesados en luchar contra la Violencia de Género, hice entrega del denominado “Proyecto General de Actuación del Gobierno de Navarra en materia de Asistencia Integral a las Víctimas de los Delitos Violentos”.
En este proyecto, planteé que era necesario seguir un esquema básico de actuación y que esta implantación debía seguir un orden prioritario y fue el siguiente:


1º- Crear los procedimientos y los servicios de Intervención de Urgencia: la Oficina de Asistencia a las Víctimas del Delito (redacté las funciones, los objetivos, el personal necesario, su ubicación profesional y las acciones temporalizadas prioritarias, secundarias y etc.) y crear y preparar a los operadores del teléfono de emergencias para atender a las víctimas de delitos violentos.

2º- Crear todo el entramado de Asistencia a las Víctimas: la Asistencia Legal, el Asesoramiento, la Formación tanto a los profesionales intervinientes y la Asistencia Psicológica gratuita y especializada dependiente de la administración, es decir, iniciar los programas Terapéuticos para las víctimas del delito (e ir generando la coordinación interdepartamenntal)


3º- Crear e incorporar la intervención con los detractores de la ley en el Proyecto de intervención integral: es decir, iniciar los Programas Terapéuticos para agresores.

Cada fase de implantación de los procedimientos y de grupos de trabajo mencionados debía seguir una línea de control de calidad de los objetivos propuestos para verificar la bondad de (método de evaluación contínua):
1º. El Proyecto de la Oficina de Asistencia a las Víctimas del Delito.
2º. El Proyecto del Trabajo Interdepartamental y las necesidades observadas.
3º. Las Áreas de Trabajo: de Asistencia, de Formación y Divulgación, de Investigación y Valoración, y de Gestión.
4º. La “velocidad” de las fases de implantación progresivas del Proyecto.

En 1998 se creó la Oficina de Asistencia a las Víctimas del Delito de Navarra y en 1999 me incorporé como psicóloga en ella.
Los primeros años fueron difíciles porque una de las cuestiones que resultan más complicadas de conseguir, es la colaboración entre los profesionales que trabajamos en las misma materias, de hecho no se consiguió.
Entre los años 1999-2001, colaboré en el Desarrollo del Acuerdo Interinstitucional para la Atención integral a las Víctimas de maltrato Doméstico y/o agresiones sexuales, redactando los aspectos del Protocolo socio-sanitario.
En estas fechas mantuve numerosas reuniones con policías, con la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, con Jueces y Juezas del TSJN, representantes del Dpto. de Salud, SOS Navarra y etc., para “adecuarnos” entre todos a los objetivos a cumplir de manera que no existiesen interferencias y que la colaboración entre nosotros fuese armoniosa y respetuosa.
Por supuesto que de forma simultanea, seguí estudiando y analizando la diversidad de programas terapéuticos existentes y creando y redactando la página web de la Oficina como medio de difusión y de formación de lo trabajado y gestioné y estructuré unas potentes y completas bases de datos que nos han permitido tener información objetiva de los sujetos que se han asistido por cometer delitos violentos y a sus víctimas.
Entre 1999 y el año 2000, inicié el Procedimiento de intervención Psicológica de Urgencia, es decir, que hubiese en toda la provincia un equipo de psicólogos, previamente formados en materia jurídica y forense, que a través de una llamada al centro de emergencias, acudiese al lugar de los hechos, a las comisarías de policía y a los juzgados de guardia। Su actuación debía tener carácter asistencial de urgencia, caráकटर informativo para la víctima y caracter forense -informando mediante un Informe estructurado e incorporado en el Atestado policial de lo observado durante la intervención-। Después de varios cambios en el proyecto piloto y una vez cerrado el Protocolo de intervención Psicológica de Urgencia, en el año 2001 inicié la farragosa contratación administrativa de servicios de un equipo de psicólogos para la ejecución de los trabajos de asistencia psicológica de urgencia, incluyendo a su vez, la atención terapéutica de urgencia a las víctimas del delito y los programas de terapia individual y/o de grupo con víctimas.

Es interesante comentar, que por las excelentes relaciones y la colaboración positiva que mantuve con el Ministerio de Justicia, al ministro le pareció Pamplona el marco adecuado para presentar el Proyecto de Ley de la Orden de Protección y debatir propuestas al respecto (7 y 8 de Mayo de 2003).

Una vez que se comenzó a conocer las funciones concretas de la OAVD y del equipo de psicólogos de urgencia y que nos empezamos a incorporar de forma regular y sistemática en el trabajo de las policías asistenciales, entre los años 2002-2007, comencé a incorporar nuevos procedimientos asistenciales y terapéuticos para adaptar el trabajo a la Ley Integral 28/2004.
1. Procedimiento de intervención en los programas terapéuticos con víctimas de la violencia de género.
2. Procedimiento de valoración psicológica de urgencia de la peligrosidad en que se encuentra la víctima
3. Procedimiento de intervención en los programas de terapia individual y de grupo con agresores del ámbito familiar.
4. Procedimiento de intervención con las órdenes de protección en navarra.

Todos los procedimientos mencionados, se han considerado como proyectos pilotos, es decir, que estaban vivos y abiertos a las modificaciones, a las reflexiones y análisis necesarios indicados por la puesta en práctica

De esta forma, el Programa Terapéutico para Mujeres Maltratadas ha seguido su lógica evolución (pero ese es otro tema del que hablaré en otra ocasión) así como el programa para Maltratadores también ha tenido su gestación, nacimiento, crecimiento y evolución que ha durado desde 1996 hasta la actualidad.

¿CÓMO Y POR QUÉ ELEGÍ ESTA PERSPECTIVA TERAPEUTICA?
Al analizar los diversos programas pilotos que se estaban realizando en el mundo, incluido nuestro país, observé que existían varias perspectivas de intervención con los maltratadores y con resultados también diversos.
Las hipótesis
que explicaban los por qués los hombres golpean y maltratan a las mujeres, han sido fuente de magníficos estudios e investigaciones que han permitido que podamos con el tiempo, comprender qué es la violencia, qué causas inciden en la presencia de actos violentos, qué consecuencias producen en las víctimas y que se creasen las teorías sobre la violencia y consecuentemente, los programas terapéuticos y los asistenciales que palien y erradiquen la violencia en nuestra sociedad.

El análisis de los programas me permitió comprobar que existían puntos convergentes en todos ellos:
1º. Los rasgos de personalidad propios y más frecuentes en los maltratadores; las características para discriminar el perfil de un agresor; y la descripción de los tipos de maltratadores, de sus conductas previas y posteriores al maltrato.
2º Los factores y las variables que interactuaban en la violencia doméstica.
3º Los tipos de materiales de evaluación psicométrica (items similares) y clínica de los maltratores.
4º Los programas terapéuticos planteados en grupo, de corta duración y con escaso seguimiento posterior al alta.
5º la necesidad de motivación y la escasa voluntariedad del agresor para participar en un programa terapéutico.
6º. Los programas se realizaban lejos del entramado judicial-policial.

Y concluí pensando que debía considerar como muy importante que:
1º. Cada maltratador tenía su propia historia y su propia personalidad que debía medir y analizar, si bien, aceptando que coincidiesen rasgos identificados como de maltratador en cada individuo y también las conductas previas y posteriores al maltrato.
2º. En cada maltratador se debía identificar los factores y las variables que potenciaban sus conductas violentas para crear un programa individual “a la carta”.
3º. Debía elegir y seleccionar los materiales psicotécnicos adecuados al análisis de la evolución clínica de cada maltratador y que a su vez, que midiesen la eficacia del programa indicado por los objetivos generales y los terapeuticos.
4º. Como la motivación del maltratador para el cambio de actitudes violentas y para aceptarse como maltratador, y según mi experiencia y coincidiendo con varios estudios al respecto, era inexistente, debía crear una “motivación extrínseca” por medio de la intervención policial y judicial.
5º. Antes de empezar el programa, esperé a concretar el modo de colaboración con el poder judicial para derivar, controlar y seguir a los maltratadores que iniciasen estos programas; cree una estructura que coordinase las derivaciones de los maltratadores; contraté terapeutas y se inició el programa después de muchos años...

Y RESUMÍ LOS TIPOS DE MALTRATADORES EN DOS:
Después de un metaanalisis de las características, rasgos, conductas y demás cuestiones referentes a las investigaciones con agresores, intenté ser concisa, para facilitar la localización de los hombres agresores, tanto por la policía como por los jueces y fiscales, y creo que se puede decir que existen de dos tipos de (Rodríguez de Armenta, 2001, 2003, 2007a):
· Los dominantes que se caracterizan por tener una evidente personalidad antisocial y por tanto, manifiestan sus conductas violentas tanto dentro como fuera del hogar. Este tipo de agresores suele tener problemas en el trabajo, con los vecinos y en general, en muchos ámbitos de su vida.
A los agresores dominantes es fácil de detectarlos y sus conductas violentas facilitan las primeras intervenciones de asistencia a la mujer maltratada, en el supuesto de que denuncie.
· Los dependientes que tienden a ser depresivos, celosos, con poca confianza en si mismos, desconfiados y se muestran violentos sólo en el ámbito doméstico, siendo con relativa frecuencia, amables y de aspecto controlado en el trabajo, con los vecinos y con los amigos.
Hasta hace poco tiempo, este tipo de agresores familiares, conseguían confundir a la policía, a los jueces y en general, a casi todos los que asistían a la mujer agredida, que en contraposición a la imagen positiva del agresor, aparentaba ser ella la descontrolada.
Afortunadamente, actualmente el aspecto superficial de las conductas externas de los agresores, cada vez confunden y engañan menos।

REDACTÉ LOS INDICADORES DEL HOMBRE VIOLENTO.
Si analizamos las declaraciones que habitualmente realizan las mujeres que han sufrido violencia doméstica, se puede inducir que los agresores manifiestan diversos “indicios” de conductas violentas, que pueden servir para apreciar el riesgo que supone el iniciar una relación violenta y prevenirlas.
Es muy característico del agresor el ignorar los sentimientos de las personas cercanas. Con frecuencia, ridiculiza o humilla a la mujer tanto en público como en privado, con frases como “no seas ridícula; tu de esto no sabes nada; ya estás llorando otra vez para no hacer lo que te he dicho ¿no?”.
Las criticas, insultos y gritos son el lenguaje diario con el que manifiesta su sentir. Al principio de la relación de pareja, este tipo de agresiones es más sutil -“pareces tonta; tu familia es una pesadez y se meten donde no deben”- pero lo habitual es que suban en intensidad y el grado de descalificación -“eres una puta que se va con todos; no sirves para nada; no sirves ni para follar”-
El agresor intenta tener supeditada la víctima a través del control de sus opiniones e ideas, hasta conseguir que la mujer sea incapaz de tomar sus propias decisiones, incluso las más elementales de la vida cotidiana, creándole una gran dependencia emocional, difícil de superar incluso después de haberse separado del agresor –“no te pongas eso que estás horrible”, “lees cada mierda que no me extraña que seas tan gilipollas”-.
La limitación del uso de los bienes económicos, el no permitirle el acceso o la posesión de bienes y propiedades, el dificultarle que tenga su propio trabajo es otro de los medios que el agresor doméstico emplea para limitar la libertad de la mujer agredida y una forma muy eficaz de controlarle. De esta manera, se consigue que la mujer se aísle socialmente al no permitirle trabajar y que no se relacione con las amistades y sus familiares.
Los frecuentes ataques de celos, se suelen acompañar con amenazas de dejarla, suicidarse o de hacerle daño, consiguiendo intimidar a la mujer maltratada destrozando sus cosas e incluso haciendo daño a los animales domésticos (nuevo indicador predictivo de la violencia doméstica), también utilizando o teniendo armas que le exhibe amenazadoramente a la mujer।
Y REDACTÉ las HIPÓTESIS de trabajo, Y REDACTÉ ESTE PROGRAMA TERAPÉUTICO (el general - el primero)
Los maltratadores debían cumplir con unos requisitos previos antes de comenzar propiamente con la intervención clínica:
· reconocer la existencia del maltrato y asumir la responsabilidad de la violencia ejercida, así como del daño producido a la mujer.
· mostrar una motivación mínima para el cambio;
· y, por último, aceptar los principios básicos del tratamiento, a nivel formal (asistencia a las sesiones, realización de las tareas prescritas, etcétera) y de contenido (compromiso de interrupción total de la violencia) (Echeburúa, 2004).
Consideré importante que la aplicación de cualquiera de los tipos de tratamiento psicológico a los hombres agresores se realizase de forma individualizada, ajustados a las necesidades específicas de cada agresor e intercalados con sesiones grupales

El programa terapéutico debía ser prolongado, con controles de seguimiento regulares y próximos en el tiempo y que cubran un periodo de uno o dos años.
Se iba a adoptar una perspectiva realista: muchos de los agresores familiares no reconocen el problema que tienen y el que generan – no se reconocen como maltratadotes- y por lo tanto, no tienen la motivación intrínseca necesaria para adoptar el cambio de las conductas agresivas.
Considerando esta hipótesis, se postula en la aplicación de algunos de estos programas terapéuticos que la motivación sea extrínseca, es decir, que sean motivados por la aplicación de alguna medida judicial (Rodríguez, 2005, 2007a)।

Todos los programas terapéuticos con agresores establecen unos objetivos prioritarios:
· el garantizar la seguridad de la víctima,
· el impedir la extensión del maltrato
· y el trabajar las limitaciones propias del sujeto agresor.

Para que la Derivación. Los sujetos agresores acceden al programa ambulatorio a través de la Administración Autonómica con competencias en materia de Justicia si se encuentran en libertad (voluntarios o con sentencia judicial) o al programa instaurado en la prisión mediante la Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario (penados o preventivos).
Puede darse el caso de que sujetos que han comenzado el programa ambulatorio sean ingresados en prisión (vía judicial) y allí prosigan el programa, o por el contrario, sujetos penados que se encuentran disfrutando de tercer grado, de libertad condicional o libertad, tengan la oportunidad de continuar su proceso terapéutico en el programa ambulatorio. Del mismo modo los reclusos preventivos que son juzgados y son declarados inocentes tienen la opción de continuar voluntariamente en el programa ambulatorio.
la Evaluación. Todos los individuos agresores, ya sean del programa ambulatorio o de prisión, son evaluados con los mismos materiales psicotécnicos y son considerados como aptos o no aptos con respecto a los siguientes criterios de exclusión:
· si el sujeto padece o se detecta un trastorno mental grave;
· si presenta adicción a tóxicos (drogas, alcohol...);
· si existe algún episodio violento durante el periodo de tratamiento;
· si amenaza o intenta alguna coacción al terapeuta;
· si el sujeto ha cometido algún delito contra la libertad sexual fuera de su relación de pareja o expareja (violaciones, abusos a menores);
· y si no superan las pruebas de evaluación psicotécnica (M. J. Rodríguez, 2007a).

Después de emplear muchos más instrumensto de evaluación y cuando observamos que algunos no eran validos para evaluar nuestros objetivos generales ni los terapéuticos, ni tampoco para la evaluación clínica del maltratador, en nuestra evaluación psicométrica seleccioné los siguientes cuestionarios: Entrevista General estructurada de Maltratadotes (Echeburúa y Fernández-Montalvo, 1998); el Listado de Síntomas SCL-90-R (Derogatis, 1975); Millon Clinical Multiaxial Inventory-III (MCMI-III); el Inventario de Manifestación de la Ira Rasgo-Estado-STAXI-2 (Spielberger et al।, 1988) y el Inventario de Pensamientos Distorsionados sobre la Mujer (Echeburúa y Fernández-Montalvo, 1997), entre otros.
En el programa ambulatorio, si el sujeto es considerado no apto y ha accedido al programa a través de sentencia judicial, se realizará un Informe con las razones de la exclusión y se remitirá a Servicios Sociales Penitenciarios para que lo deriven a la institución que mejor proceda. Si el paciente ha accedido al programa voluntariamente, se realizará un informe con las razones de la exclusión y se remitirá a los responsables de la Administración Autonómica con competencia en materia de justicia para que lo deriven a las instituciones que se juzgue conveniente. Por el contrario, si el sujeto resulta no válido en el programa de prisión, se realiza el informe explicando los motivos y se remite a la Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario.

LOS PROGRAMAS TERAPEUTICOS
Me parece importante comentar que cuando creé el primer programa terapéutico para maltratadores, solo existía un tipo de programa, el que actualmente llamamos COMPLETO, que se podía realizar en la prisión o fuera de ella. La puesta en práctica de este programa piloto con maltradores y de forma individualizada, hizo que fuese necesario crear nuevos tipos de programas en relación con el delito cometido, con los rasgos de personalidad, las características e historia personal del maltratador y con la situación y las necesidades del momento en que inicia el programa terapéutico.
De esta forma, se fueron creando de forma paulatina y guiados por las necesidades de mejora del programa piloto, los siguientes subprogramas -tres ambulatorios: el completo, el medio y el breve y dos en prisión: el completo y el medio-

Por otra parte, también existen unos criterios técnicos para elegir qué programa terapeutico es más adecuado para cada agresor, tanto para los programas en régimen ambulatorio y como los de prisión, en base a una serie de variables presentes en el delito cometido por el maltratador, que se fundamentan en el tiempo, la frecuencia, la intensidad y el tipo de maltrato.

Personalmente, consideré que los diversos terapeutas contratados para poner en práctica este proyecto, podían seguir la línea terapéutica que ellos considerasen como más adecuada y siempre que cumpliesen las pautas del programa.
En concreto, los sujetos aptos en los programas, el ambulatorio y el de prisión, comienzan la fase de rehabilitación terapéutica siguiendo unas líneas basadas en la terapia cognitivo conductual y en la terapia humanista.

Con lo dicho, la elección del programa terapéutico para cada maltratador sigue estas líneas de actuación:
Se incorporan al Programa Completo los agresores cuando el tiempo de relación con la mujer maltratada ha sido superior o igual a dos años, la violencia se ha ejercido contra la pareja, existen víctimas secundarias, los episodios violentos han sido frecuentes, el uso de la violencia se fue agravando conforme avanzaba el tiempo, se combinaron distintos tipos de maltrato y el agresor tiene graves limitaciones para resolver los conflictos de pareja o de la vida cotidiana. Además, también se incluye en este programa a los agresores que minimizan las consecuencias de sus actos, no asumen su responsabilidad y no estan motivado para el cambio de actitudes.
En el Programa Medio se incluye a agresores con similares características que el anterior programa pero con la diferencia de que el sujeto esta menos limitado psicológicamente, se encuentra motivado para cambiar y asume alguna responsabilidad en los actos violentos cometidos. Por otra parte, también se incluyen a sujetos que solo se muestran violentos dentro del hogar y con su pareja.
En el Programa Breve se incluye a los agresores en los que el tiempo de relación con su pareja es inferior a dos años, las agresiones han sido muy puntuales, la violencia ha sido bidireccional (hombre/mujer y viceversa), el tipo de maltrato es fundamentalmente físico y el agresor presenta algunas limitaciones para resolver conflictos de la vida cotidiana y autocontrolarse.

El criterio de éxito al finalizar la fase de tratamiento, ha sido considerado como:
· la desaparición completa de la violencia física,
· una reducción significativa de la violencia psíquica,
· una mayor adecuación en sus carencias psicológicas (autocontrol, distorsiones cognitivas, irritabilidad, falta de asertividad y empatía),
· y una mayor capacidad para resolver los conflictos de la vida cotidiana.

Todos los programas tienen unos mismos objetivos generales:
· Garantizar la seguridad de la mujer maltratada.
· Prevenir situaciones de maltrato posteriores.
· Impedir la extensión del maltrato.
· Asumir la responsabilidad de sus actos. No culpar de los errores propios a males externos.
· Fomentar el sentimiento de autocontrol.
· Desarrollar las habilidades de comunicación y la conducta asertiva.
· Tomar conciencia de la relación entre la violencia hacia las mujeres y la educación recibida.

Con los tratamientos psicológicos se pretende cambiar las actitudes y creencias favorecedoras del uso de la violencia (comportamientos y hábitos violentos) por unos más empáticos, deseables y autocontrolados.
Las técnicas psicológicas empleadas en las sesiones terapéuticas son las siguientes: la autoobservación y el registro de las emociones de ira (emociones negativas, celos), el reforzamiento a diferentes tipos de respuestas no violentas (a través de consecuencias gratificantes), el entrenamiento en resolución de problemas y de habilidades sociales (inadecuado uso de la violencia para resolver conflictos), la reestructuración cognitiva para modificar estructuras de pensamiento sexista y de justificación de la violencia, el mejorar sus capacidades para poder anticiparse adecuadamente a situaciones o estímulos precipitantes de una conducta violenta, el modelado de comportamientos no violentos, la interrupción de comportamientos agresivos a través de técnicas de tiempo muerto.

A continuación describo los distintos Programas tal y como se están aplicando actualmente:
Programa Completo para agresores
a) La Fase de Evaluación. Programa ambulatorio y en prisión: 2 sesiones.
b) La Fase Terapéutica:
En programa ambulatorio. Terapia Individual: 15 sesiones espaciadas entre si por 15 días. Después de la terapia individual existen dos alternativas: si el sujeto está conviviendo con la pareja y ésta también ha estado en terapia psicológica, se inicia la terapia de pareja: 10 sesiones (1 cada 15 días). Si por el contrario, el sujeto no convive con la pareja o ésta no ha realizado un tratamiento psicológico, el sujeto inicia la terapia de grupo: 10 sesiones. Durante el proceso de terapia grupal se realizará una sesión al mes de terapia individual como apoyo al proceso grupal.
En programa prisión. Terapia Individual: 15 sesiones. Si se considera oportuno el sujeto inicia la terapia de grupo: 10 sesiones. Realizándose una sesión al mes de terapia individual como apoyo al proceso grupal, o por el contrario se prosigue con la siguiente fase.
Al finalizar la fase terapéutica se valora al sujeto agresor con los siguientes criterios: éxito, mejoría y fracaso.
c) La Fase de Seguimiento. Programa ambulatorio y en prisión: 4 sesiones (1, 3, 6 y 12 meses). Se realiza un control psicométrico al comienzo (STAXI-2 y SCL 90-R] y final (STAXI-2, SCL 90-R y MCMI-II]) de esta fase.
La valoración del tratamiento recibido se hace a los 12 meses valorando al sujeto con los criterios de éxito, de mejoría o de fracaso.

El Programa Medio de agresores
a) La Fase de Evaluación. Programa ambulatorio y en prisión: 2 sesiones.
b) La Fase Terapéutica. Programa ambulatorio y en prisión. Se inicia la Terapia Individual: 5 sesiones. Se ayuda al paciente a centrar su problemática como maltratador y se le señala pautas de actuación personalizadas y se le informa de los recursos disponibles. No se realizará terapia de grupo. No se realizará terapia de pareja.
Al finalizar la fase terapéutica se valora al sujeto agresor con los siguientes criterios: éxito, mejoría y fracaso.
c) La Fase de Seguimiento. Programa ambulatorio y en prisión: 3 sesiones (1, 3 y 6 meses). Se realiza un control psicométrico (STAXI-2, SCL 90-R y MCMI-II) al final de la fase de seguimiento.
A los 12 meses se valora al sujeto con los siguientes criterios: éxito, mejoría y fracaso (valoración del tratamiento).

Programa Breve de agresores
El Programa breve para agresores familiares, sólo se realiza en sujetos que pueden seguirlo de forma ambulatoria.
a) La Fase de Evaluación: 2 sesiones.
b) La Fase Terapéutica: 2 sesiones. Se ayuda al paciente a centrar su problemática. Se le señala pautas individualizadas de actuación y recursos disponibles. No se realizará terapia de grupo. No se realizará terapia de pareja.
Se valora al sujeto con los siguientes criterios de valoración del tratamiento: éxito, mejoría y fracaso.
d) La Fase de Seguimiento: En este programa no se realizan sesiones de seguimiento.


COMENTARIOS:
En los Programas para maltratadores, se ha visto la importancia que tiene el grado de motivación para participar en alguno de los grupos. Se han observado diferencias en el programa ambulatorio entre los agresores voluntarios y los que acuden por sentencia. Para los sujetos que acceden al programa vía judicial, el programa es una obligación y un castigo impuesto que deben acatar. Los voluntarios muestran una mayor concienciación del problema que tienen como maltratadores y tienen una mayor disponibilidad al cambio. Paralelamente, ocurre algo similar en prisión con los preventivos y los penados: los preventivos son más cautos y más reticentes que los penados y perciben que el reconocimiento de los hechos denunciados o de sus limitaciones en las sesiones terapéuticas pudiera perjudicarles en el juicio que tienen pendiente.
Es fundamental que la relación terapéutica se base en la confianza y en la confidencialidad. Por ello, es importante establecer unos límites claros y unas normas básicas desde el principio del tratamiento. El terapeuta debe evitar los juicios morales acerca de las conductas o los pensamientos negativos con respecto al agresor.
El abordaje terapéutico varía según las características de personalidad encontradas en cada agresor: los rasgos narcisistas se abordan desde técnicas de apoyo y confrontación, intentando contactar con el mundo interior (afectivo) y mostrando la disociación entre la imagen interna y externa. Los rasgos antisociales se abordan desde técnicas de escucha activa, el establecimiento de límites y la empatía. Los rasgos esquizoides desde una confrontación activa y el cuestionamiento directo de ideas y conductas.
Como el agresor se encuentra inmerso en un contexto judicial, es preciso que el tratamiento rehabilitador sea llevado por psicólogos clínicos y jurídicos, que son los que ostentan un adecuado conocimiento de diferentes técnicas e instrumentos psicopatológicos en relación con el delito cometido y son sabedores de la dinámica en la que se encuentra el sujeto agresor y su víctima.
La implantación de programas de agresores, por experiencia propia, conlleva numerosas dificultades en su aceptación. Estos programas son necesarios aunque suelen obtener cierto rechazo inicial en la sociedad donde se intenta implantar.
dificaciones) y finalmente homologarlo.